Entrevista a Alícia Coscollano i Masip
“Carmen Segura i Martí” de Alicia Coscollano (Onada Edicions)
*Hugo del Arco, Benicarló
Entrevistar a una entrevistadora siempre es un placer, y si con esta, une una amistad literaria el gozo es máximo. Alicia Coscollano es una cronista única por la profesionalidad y el sentimiento que pone en cada palabra y esta vez, creo que se ha visto sobrepasada por una figura histórica desconocida hasta ahora, pero que dará un cambio en las vidas de las gentes que se dedican a la formación y no solo me refiero a la académica, sino a las personas que creen realmente en un mundo mejor.
Conocemos en esta nueva publicación de la benicarlanda Onada Edicions, a una persona sublime en todos los aspectos, “humanista” como dice la autora, una maestra que abre las mentes de sus alumnas hacia una vida más allá de los libros de texto.
-¿Por qué Carmen Segura?
–Todo surge a raíz de una propuesta de María Ferrer a Onada Edicions para solicitar la reedición de los “Cuentos Azules” que había escrito y publicado Carmen Segura. Estos habían quedado un poco descatalogados y evidentemente, costaría mucho encontrarlos, ya que Carmen Segura es una figura muy desconocida en Benicarló. La gente sí había escuchado nombrar el “Concurso de Cuentos Carmen Segura”, pero ni siquiera los que escribimos nos habíamos preguntado quién era. Sí que lo había pensado alguna vez, porque el nombre de un concurso no se pone así como así, y cuando un nombre queda vinculado a unos premios es por algo. Preguntando alguna vez, me habían dicho que fue una maestra, pero no indagué más.
A partir de la propuesta de reedición de “Cuentos azules”, desde Onada pensaron que sería interesante recoger un poco su vida y componer una biografía, para poder explicar quién era a generaciones futuras.
-Y comenzaste la búsqueda.
–Sabía que era una maestra, pero poco más. Investigué y me encontré con algunas alumnas y alguna compañera de profesión y me di cuenta de que me iba fascinando a medida que indagaba en su vida. Primero, porque me imagino a una mujer que había estudiado el Método Montessori en la Barcelona de la República y la imagino, siendo la pequeña de seis hermanos en una casa culta o al menos alfabetizadora, porque ella era una persona con una formación holística envidiable. Una maestra que hoy en día costaría encontrar, formada en magisterio, que además tuvo inquietudes con la música, con la pintura o con la filosofía y que se fue formando de manera autodidacta. Quiero decir que, con la formación que tenía esta mujer, me la imagino llegando al Benicarló de 1932 y veo una clara diferencia con el resto de población.
He encontrado pocas personas con la vocación que me han transmitido las alumnas y según he podido captar, ella se mimetizó en la sociedad que la acogió, se diluyó, porque era absolutamente de una discreción brutal. Pienso que ella debiera ver que ya destacaba bastante en los métodos de enseñanza, como para que encima, fuera llevando una vida destacable en actos sociales o culturales. Carmen Segura era creyente e iba a misa diaria, pero era de estas personas que siguen las enseñanzas del cristianismo de base, de poco aparentar, de existencia austera, prácticamente franciscana; tenía una frase que he recuperado en algunas entrevistas: “todo lo que no es enseñanza es superfluo”. Entonces, no iba nunca maquillada y tan solo lucía una trenza en el pelo. Hacía como Einstein, que iba siempre con la misma ropa. No le preocupaba el aspecto físico, era una cosa secundaria o terciaria, puesto que dedicaba toda su energía a la educación. Y eso es fascinante, porque es de una pureza y un compromiso brutal, porque cuando acababa la jornada de clase, se llevaba alumnas a casa si los padres no podían ir a recogerlas y allí continuaba: tocaban el piano, se ponían a pintar, leían libros… no tenía horarios, era una energía constante, ese era su alimento.
-¿De qué trata el Método Montessori?
–Se trata de un método revolucionario en el ámbito de la enseñanza, porque hace que las “personas alumnas” que forman parte de la clase, participen de una forma dinámica y no que sean simples receptoras de información. Se trata de una escuela más activa y participativa. En su caso, se las llevaba al exterior, a hacer clases de pintura al lado de la mar, las sacaba del aula. Entonces, imagino que eso a los compañeros ya les chocaba, como para que ella quisiera destacar en algo más. Fue muy inteligente, en pos de la vocación, porque lo que priorizaba absolutamente era enseñar. De hecho, tenía un matrimonio que también era muy peculiar, porque estaba casada con un Guardia Civil retirado que se encargaba un poco de la casa, mientras ella daba todo por su trabajo. Seguían mucho la vida naturista.
Después, en el tema de la guerra, tuvo que pasar por la depuración, como todos, pero nadie pudo aportar nada contra ella, porque no había nada, simplemente que hacía unas clases dinámicas. Yo diría que la adaptación que hizo en la sociedad benicarlanda fue de tal discreción, que durante ese proceso, fue muy complicado encontrar algo que la pudiera acusar de maestra republicana o roja.
-No es una biografía al uso, ¿cómo se te ha ocurrido ese formato con las entrevistas?
–Es cierto que es un libro de encargo, por tanto tenía que tener unos caracteres y tenía que limitarme a ellos. Por un lado tienes que sintetizar mucho y es complicado, porque a lo mejor tienes más material del que necesitas; entonces, tienes que saber también dejar un poco lo que brilla y el resto sacrificarlo de alguna manera. También me pasó con el anterior libro (“Carles Santos i Ventura”, Onada Edicions), porque son historias muy densas.
En este caso, la introducción es mía, donde retrato la época y lo que yo he ido averiguando; después ya van las entrevistas a sus alumnas. Realmente, esta ha sido la parte de la investigación con la que más he contactado con la maestra, por momentos la he podido ver, porque todas las alumnas la recuerdan con mucha admiración. Las entrevistas fueron muy conmovedoras, todas se emocionaban al hablar de ella y más de una se echó a llorar. En casa de una de las alumnas, lo primero que vi, fueron acuarelas que ella ha ido haciendo a lo largo de su vida y que aprendió a hacer con Carmen Segura.
Era una gran defensora de la emancipación de la mujer. De que la mujer pudiera seguir estudiando, de que se formara y fuera independiente a nivel laboral y económico del hombre, una gran defensora de la formación en general. Yo la describiría como una gran humanista.
-¿Crees que, gracias al libro, se conocerá más ahora?
–Espero que sí, que la gente que pueda leer el libro tenga una idea más aproximada de quien fue. Tengo que decir que cuando fui al cementerio a buscar donde estaba enterrada, me emocioné, porque incluso allí, tiene un detalle muy sencillo, como era ella. Pienso que fue una persona a tener mucho en cuenta, como otras en Benicarló que han pasado desapercibidas y que aportaron muchísimo en sus ámbitos. Fíjate si aportó, que hoy en día, aún es tan recordada por las alumnas, porque fue una influencia vital para ellas, y es que, formar a una persona es algo con mucha responsabilidad y no solo con las materias, sino haciendo un poco de madre incluso, porque las llamaba “mis hijitas”, trascendiendo un poco del papel de maestra.
-Querría aprovechar y preguntarte también por Carles Santos, otro grande. ¿Cuál fue el procedimiento para las entrevistas?
–Quedábamos en el auditorio, donde tiene él el piano. Antes de la entrevista nos tomábamos un mantecado con un café y después subíamos e íbamos hablando. Fueron conversaciones durante varios días. Después también tuve que ir concretando, comprobando datos, porque él iba contando, contando… y fueron charlas donde hubo de todo; reímos muchísimo y me emocioné en otros momentos. Fue un auténtico placer, porque además hay amistad, pero sobre todo fue un placer por escuchar de primera mano todo lo que me contó.
-Debe ser un personaje muy grande.
–Cuando ya tuve más de la mitad del libro, nos sentábamos y le leía todo lo que había escrito. Él escuchaba como si fuera música y cerraba los ojos: “eso está muy bien”, “eso me ha gustado”… A trozos, pero le leí todo el libro antes de publicarlo. Ya has visto que cada capítulo es una secuencia, porque a él le gusta mucho el cine y quise hacerle ese guiño. No quería hacer un libro tópico, como otros que se habían hecho, con un formato más clásico y este rompe un poco, como él.